Junto a José Francisco Barrundia y José Francisco Córdova, se mostró férreo opositor de la anexión de las provincias centroamericanas al Imperio Mexicano. El 1 de julio de 1823 fue elegido por la Asamblea Constituyente como Presidente del Triunvirato de las Provincias Unidas del Centro de América, en ausencia de Manuel José de Arce y Fagoaga. Asimismo, participó en la elaboración de las bases constitucionales de los estados centroamericanos junto a José Matías Delgado, Mariano Gálvez y José Francisco Barrundia publicadas en diciembre de 1823.
Molina Mazariegos ejerció varios cargos diplomáticos: firmó el primer tratado internacional de la República Federal de Centro América en 1825 con la Gran Colombia, asistió al Congreso de Panamá, y ocupó el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores en 1929. Por otro lado, tomó parte en la expulsión del religioso Ramón Casaus y Torres del territorio centroamericano. Para 1829 fue Jefe de Estado de Guatemala y nuevamente Ministro de Relaciones bajo la administración del presidente federal Francisco Morazán en 1831.
Para 1833 Mariano Gálvez le nombró Presidente de la Academia de Ciencias. Posteriormente, se desempeñó como diputado de la asamblea guatemalteca, y también la salvadoreña, en 1838 y 1840 respectivamente. Entre varios escritos colaboró en la redacción de Manual de Medicina y El Álbum, por el que sufrió persecución. Asimismo, escribió El loco, publicado de manera póstuma. De acuerdo a una biografía: "una virtud sobresalía en Molina: la bondad del alma".
En 1842, cuando acompañaba a Morazán en su estadía en Costa Rica, Molina sufrió una de sus experiencias más dramáticas. Sucedió que su hijo, el teniente Manuel Ángel Molina, estaba comprometido con Josefa Elizondo a quien conoció en Guanacaste. Antes de la boda, la chica decidió romper el compromiso y escapó con otro sujeto. Molina hijo, exasperado, decidió proclamarse comandante general en Guanacaste y atacó el cuartel local provocando la muerte del comandante del puerto de Puntarenas y también de su rival de amores. Enterado Morazán, junto al embuste que el osado entregaría esa provincia a Nicaragua, ordenó fusilarle, muy a pesar de los ruegos de clemencia de su padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario